Cuatro años después

No estoy muy orgullosa de admitirlo, pero lo soy: soy una adicta al chat.

Recuerdo que empecé a frecuentarlo a mis trece años. No era grave entonces y, de hecho, me gané un castigo que duraría hasta mis dieciséis años por descargar fondos de pantalla hasta tarde en el cyber de la esquina en vez de estar chateando.

Cuando me fue levantado el castigo, conocí Ares y sus múltiples salas de chat escondidas. Allí conocí a la única persona real con la que llevé una relación de querer tirar y nada de encoger. Los puentes no se construyen desde un solo lado. Sea como sea, lo dejé de nuevo hasta el 2012, donde volví a mis inicios de los trece, el Latinchat, y la adicción atacó.


Pasaba casi literalmente todo el día conectada, leyendo e interactuando con los demás. Ya conocía el roleplay pero digamos que alguien a quien le agradé quiso pulirme quizás a su imagen y semejanza. Mi maestra, mi amiga, la persona más odiada de ese lugar pero una que, a base de impulsos, ganas y determinación, logró lo que todos prometen y nadie cumple: viajar al lugar del amado.

Ella se fue luego de muchos dramas en distintas direcciones, dejándome a mí atrás a cambio de quien era su favorito en ese momento. Me dieron confianza y un @ al lado de mi nick. Me gustaba estar allí y, al igual que en mi vida real, intentaba cumplir mi labor lo mejor que podía.

Debo admitir que en el interín fui testigo de más de un drama: 'robo' de nicks, mentiras, traiciones. Todo en un día o cada uno en el suyo. A pesar de la toxicidad en el ambiente, permanecí. Permanecí porque no quería irme, porque también me ayudaba a desestresarme, porque mi necesidad de información diaria podía más que mi cautela por mi salud mental.

No hace mucho me acusaron de espía y chismosa. Cuatro años dedicados a mantener una buena relación con quienes estaban tras la pantalla, leyendo sus problemas y aconsejándoles, ayudando a cuidar una comunidad que parece pueblo pequeño, proponiendo ideas y llevándolas a cabo sola (en su mayoría) porque no podía esperar más de nadie... para que digan eso. Sí, debo admitir que sería buena espía por mi fachada de imparcial; pero chismosa gratuita sin obtener un beneficio monetario real a cambio, no. Lo siento, soy una adicta más no una pendeja y tengo muchas necesidades monetarias.

Esto se supone debía ser escrito de otra forma, quizás como esperaba que fuese 'mi final', pero supongo no vale la pena y mejor que sea un vómito de palabras repentino porque repentina fue mi renuncia. Ahora que no soy un soldado, son más obvias las malas intenciones de la gente y las disputas personales. Espero el Grand Fantasia y mi tarea me ayuden a alejarme más.

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